integrante de la Iglesia de la Mayor Fraternidad (CLF),
Ministro de la Congregación UU Tapiz Colectivo, en Misión Viejo, California
Publicado en la revista Quest, marzo de 2007
(Trad. Francisco Javier Lagunes Gaitán).
Texto en inglés: http://clf.uua.org/quest/2007/03/index.html#millspaugh
Podcast en inglés: http://www.podtrac.com/pts/redirect.mp3?http://clfuu.net/podcasts/07_03/Seven_Deadly_Sins.mp3
Los unitarios universalistas no son precisamente conocidos por hablar mucho que digamos del pecado [que etimológicamente significa quedarse cortos o errar en el blanco, como en arquería]. Insisten en el potencial humano para el bien. Nos gusta de esa manera. Queremos una religión que se centre en las aspiraciones humanas, más que en las debilidades humanas. No creemos tanto en el pecado original, como creemos en la bendición original. Creemos que los niños no nacen en el pecado, sino que nacen con limitaciones, como encarnaciones irrepetibles de la Vida misma.
Pero hay momentos en los que quizá deberíamos envidiar el afilado vocabulario con el que cuentan otras fes para discutir las tendencias humanas que pueden ser destructivas. Algunas tendencias humanas pueden ser en sí mismas destructivas y, a veces, las tendencias humanas positivas tienen resultados contraproducentes —o se insiste demasiado en ellas— y guían nuestras vidas de manera desproporcionada. Incluso las tendencias buenas pueden convertirse en destructivas si las aplica con demasiada intensidad, fuera de proporción con otros valores. El pecado es una expresión práctica para señalar estas incidencias.
No se trata sólo de tendencias individuales en las que se pudiera incurrir fuera de proporción, sino también de tendencias colectivas. Lo vemos en las empresas que —como suele suceder en esas actividades— se centran en obtener una ganancia y terminan por enfocarse de una manera tan excluyente en ese objetivo que niegan el impacto humano y ambiental de sus acciones. Vemos esta insistencia excesiva en una tendencia originalmente positiva cuando las religiones ortodoxas, en un intento de proporcionar un camino claro hacia lo sagrado, terminan por condenar todos los demás caminos. Y esto lo vemos por lo menos de siete maneras aquí en el unitarismo universalista. No somos inmunes.
Las filosofías e instituciones que elogiamos tienen sus propias maneras particulares de llegar a resultados inesperados contraproducentes. Amo esta religión, amo este movimiento, amo aquello por lo que luchamos en esta comunidad y la manera en la que trabajamos por ello. Y aun así, trato de no cerrar los ojos a nuestros defectos. No puedo hablar de la totalidad del movimiento, pero he visto al unitarismo universalista en unas 40 de sus casas, en catorce estados de los EUA. Creo que he visto ciertas tendencias, algunas negativas y otras positivas, que por alguna razón se presentan fuera de proporción en nuestra fe, y en la religión liberal en general. Para los propósitos de este sermón, llamaré a éstas Los 7 pecados capitales del Unitarismo Universalista.
Escúchame fuerte y claro. Esta fe merece ser celebrada. Esta fe merece ser anunciada a gritos desde las azoteas. Pero al celebrar esta fe y esta comunidad, al gritar desde las azoteas, que haya también un susurro en tu cabeza, que te recuerde los 7 pecados a los que el unitarismo universalista es propenso. ¿Cuáles son los 7 pecados capitales del unitarismo universalista? Bien, te daré una pista. Los escucharás en un susurro ('WHISPER'). El primer así llamado pecado inicia en ingles con una 'W'. El que sigue inicia con una 'H'. Y así sucesivamente.
La primera tendencia que he notado es algo de Wanderlust [=pasión o gran deseo por viajar muy lejos y a muchos lugares diferentes]. Es una cosa bella del unitarismo universalista que no estemos atados a un dogma, que alentemos la exploración espiritual, que encontremos nuevos entendimientos y sabiduría de muchas religiones mundiales. Hay un gran poder en este método que no se encuentra en muchos caminos religiosos más tradicionales.
Aunque, esta apertura mental y búsqueda perpetua puede conducirnos a una muy fuerte o irresistible pasión desproporcionada por seguir en movimiento (wanderlust). Podemos leer esta o aquella escritura, o practicar esta o aquella técnica de meditación por un rato, pero nos mostramos caprichosamente nerviosos de quedarnos demasiado tiempo en un mismo lugar. Este afán desmedido de vagar (wanderlust) nos lleva a valorar más las preguntas que las respuestas. De ahí la 'W' de 'WHISPER', W–Wanderlust.
La H viene de hipocresía. Es decir que la religión de cualquier clase es particularmente vulnerable a la acusación de hipocresía. La religión está para establecer ideales y para llamar nuestra atención hacia ese horizonte. Llamemos al horizonte iluminación, por ejemplo. O sólo nombremos una porción de ese horizonte, un ideal hacia el cual caminar —gentileza, bondad, compasión, amor incondicional. La religión nos ayuda a mantener ese horizonte en nuestra mira, y nos proporciona la fuerza para caminar en esa dirección. A veces la gente religiosa es acusada de hipocresía debido a que no ha alcanzado aún ese horizonte. No son perfectamente gentiles o compasivos, o no están llenos de amor incondicional. Bueno, esa no es hipocresía, tan sólo es ser humanos. La hipocresía real, de la clase que entra en la nuestra lista, ocurre cuando la gente religiosa vislumbra parte de esa meta a la distancia, y afirma que camina hacia ella, y podrían de verdad pensar que se dirigen hacia allá, cuando en realidad ni siquiera lo intentan.
Por ejemplo, decimos que nos animamos y alentamos mutuamente en nuestro crecimiento espiritual. ¿Cuán activamente intentamos hacer esto? Decimos que promovemos una comunidad mundial de paz y justicia. ¿De verdad estamos comprometidos con ese proceso? Y me refiero a algo más que a hablar al respecto y trabajar un poquito hacia ese fin. Nos llamamos unitarios universalistas, y tenemos alguna noción de lo que eso significa. ¿Pero hacemos realmente nuestra parte para caminar hacia esa meta a la distancia, y tomamos las manos de otros y los ayudamos por el camino? ¿O nos quedamos en donde estamos? H–Hipocresía.
La I es para el intelectualismo. No tiene nada de malo la racionalidad, ni que en nuestra iglesia contemos con algunos miembros con una formación académica elevada, pero creo que estamos ante un problema cuando hacemos de la experiencia religiosa un ejercicio intelectual. El mapa no es el territorio, el menú no es la comida. Si nuestras vidas religiosas han de florecer, no debemos tratar la vida religiosa como un ejercicio meramente intelectual. Debemos abrir nuestras almas hacia lo desconocido, ya sea a través de la meditación, de hacer labor social, o a través de la oración, hacia un universo misterioso, o a través del descubrimiento de la chispa de divinidad que hay en cada ser sensible, que frecuentemente encontramos en la intimidad espiritual y la ultimidad [=cualidad del horizonte extremo de la vida humana] en el ministerio de grupos pequeños [Grupos Cáliz]. La religión no tiene que ver sólo con hablar, se trata de experimentar, y frecuentemente requiere ir más allá del mero intelectualismo. I–Intelectualismo.
Para discutir la cuarta tendencia, quiero iniciar haciéndote saber que hay mucha gente, en tu barrio y en el mío, que no ha participado en una comunidad de fe por algún tiempo. Y que lo echan de menos. Los individuos de ese grupo están hambrientos de algo a lo que no pueden nombrar, de algo que echan en falta en su vida. Tal vez sus hijos han comenzado a hacer preguntas que no pueden responder, pues no tienen listas las respuestas en la punta de la lengua. Quizá se retrotraen a los que fueron sus hogares religiosos durante su infancia y encuentran que ya no pertenecen ahí. Tal vez han experimentado recientemente alguna tragedia.
Conciente o inconcientemente están en una búsqueda. Hace unos pocos años, podrías haber sido parte de ese grupo. Ahora cuentas con una comunidad religiosa. Pero hay otros todavía en busca de lo que encontraste en nuestra tradición religiosa.
Imagina que después en la semana, estas en el trabajo, o en una fiesta, y te encuentras a alguien que está en esta búsqueda. Podrías no saber que están en ella; podrían no presentarse como gente que busca, pero ahí estarán. Te dicen, "Oh, entonces eres unitario universalista. ¿Qué es eso?" ¿Cómo responderías? De verdad piensa cuál sería tu respuesta más probable. Tal vez has apartado algunos cuantos pensamientos para un momento como este, y los compartes. Hablas de lo que el unitarismo universalista significa para ti. Hay quienes buscan lo que tenemos aquí, y está en nuestro poder compartirlo.
El unitarismo universalista salva vidas, y lo digo literalmente. Hay gente en este momento que está sola y ansiosa por encontrar un lugar en el que sea aceptada por quien es. No dejarlos enterarse del secreto de nuestra existencia es una forma de tacañería. W, H, I, S–Stinginess (tacañería). Es tan fácil tomarse unos pocos minutos para organizar lo que dirás la próxima vez que alguien te pregunte qué significa ser unitario universalista. Podrías citar a Erica Alston, cuyas palabras aparecen en Articulating Your UU Faith (Articular tu fe UU) de Jaco ten Hove y Barbara Wells ten Hove, y decir: "Es una religión liberal y librepensadora guiada por valores compartidos, más que por algún dogma o credo particulares. Esto permite que los individuos afirmen sus creencias personales con base en la conciencia y la experiencia. En su centro, el unitarismo universalista insiste en la valía y dignidad de cada persona y en la interrelación de todas las cosas. Los UU son animados a dar vida a sus valores, a demostrar compasión, respeto y justicia, al trabajar juntos para hacer del mundo un mejor lugar para dejarlo a nuestros hijos".
Te tomaría tres minutos decir eso, o algunos más escribir algo por ti mismo. No darnos tiempo para prepararnos para dar la bienvenida a otros buscadores a esta fe, es, en una palabra, tacañería. Repasemos. W–Wanderlust (pasión errabunda), H–Hipocresía, I–Intelectualismo, S-Stinginess (tacañería).
El siguiente es una suerte de quijotismo optimista desbocado ('P' por Pollyannaism, que es una expresión en inglés que proviene del personaje de una novela que era irremediablemente optimista). Usar una palabra tan inusual y difícil como 'Polianaísmo' debería contar como un pecado en sí mismo, pero resulta que es una palabra real que denota optimismo ciego. Lo vemos frecuentemente en nuestra visión unitaria universalista de la naturaleza humana. Los universalistas expulsaron al infierno y al diablo de la teología a fines del siglo XVIII, en los inicios de la vida independiente de los EUA, y esta fue una buena acción. No hay tal cosa como el diablo, según creo, ni hay tal cosa como el infierno. No existen. Pero sí que hay tal cosa como el mal humano. Cuando hablo del mal en los humanos me refiero a nuestra capacidad de estorbar la vida de los otros y la nuestra propia. Me refiero al asesinato de nuestro potencial. Vemos el mal humano en la contaminación creciente, en la hambruna y en las especies que se extinguen, la homofobia, las fábricas de armas, la violencia armada generalizada, las maquiladoras y talleres explotadores y con pésimas condiciones de trabajo, el prejuicio racial y de clase. Y más. Mucho más. Sólo diré que en nuestro quijotismo polianaísta, en nuestra tendencia a insistir en lo bueno y lo bello, perdemos algo. Nuestras discusiones de los males de la sociedad de alguna forma pueden quedarse cortas y superficiales si no reconocemos la presencia del mal que acecha dentro. Necesitamos aprender a nombrar el mal humano, cómo hablar de él. Este es un territorio peligroso para la discusión, pues ninguno de nosotros puede finalmente decir qué es el bien y qué es el mal. Pero el mal domina nuestro mundo, y la evitación de hablar sobre él sólo nos conduce a su perpetuación. Hemos tenido suficiente de esta falta de realismo. W, H, I, S, P–Polianaísmo.
¿Ya adivinas qué significa la 'E'? Es por el egotismo. Como movimiento caemos en él. Honramos la sabiduría de todas las tradiciones religiosas del mundo, pero ciertamente estamos más que satisfechos de estar en esta. Y eso está bien. Nunca escuché a ningún UU decirlo, pero a veces siento que pensamos que todos querrían ser unitarios universalistas; o por lo menos, que lo serían si fueran lo suficientemente iluminados. Y eso es bastante egotista. W, H, I, S, P, E–Egotismo.
Finalmente llegamos a la R, por relevancia. O más precisamente, falta de relevancia. Esta comunidad de fe representa una maravillosa diferencia en las vidas de la mayoría de sus miembros. Esto incluye los miembros encarcelados de la Iglesia de la Mayor Fraternidad (CLF), quienes no sólo reciben la revista Quest, sino que también se hacen de nuevas amistades y pueden aprender sobre el unitarismo a través de un curso por correspondencia [sólo en inglés por ahora]. Aunque, además del impacto de la CLF sobre las vidas de sus miembros, ¿cómo es que nuestra congregación ayuda a hacer del mundo un mejor lugar? Miremos cómo participamos en el programa de Santuario Verde, al unirnos a otras iglesias UU en un compromiso por el ambiente. Pero esto parece sólo un inicio. Al crecer preguntémonos: ¿Cómo puede nuestro grupo geográficamente disperso ministrar al mundo? ¿Cómo podemos colocarnos del lado de los oprimidos y construir un mundo mejor para nuestros hijos? No voy a responder estas preguntas. Pero en los años por venir, nosotros, como comunidad las hemos de responder. Nos lo preguntamos ya, al comenzar a descubrir nuestro pleno potencial como congregación. Me emociona la contemplación de lo que será nuestra respuesta mayor futura. W, H, I, S, P, E, R–Relevancia.
Así pues. Estas son las 7 tendencias en el unitarismo universalista que, en mi perspectiva, pueden llevarnos a resultados contraproducentes. Los 7 pecados del unitarismo universalista: W–Wanderlust (pasión errabunda), H–Hipocresía, I–Intelectualismo, S–Stinginess (tacañería), P–Polianaísmo (optimismo irredento), E–Egotismo, R–Relevancia. WHISPER (susurro).
Somos un pueblo bueno y bendito, y esta es una fe buena y bendita. Podemos trascender el intelectualismo y la pasión errabunda para asumir y reivindicar las respuestas que encontremos en nuestra búsqueda. Podemos movernos más allá del egotismo y la hipocresía, y avanzar en nuestros esfuerzos para vivir esta fe. Podemos ver que el mundo está herido, y decidir que llevaremos vidas más relevantes. De una tacañería que nos hace aferrar a esta fe fuertemente a nuestro pecho, podemos transitar hacia una generosidad que nos permita compartir nuestra fe con todos aquellos a quienes pueda beneficiarles. Al hacerlo, al caminar hacia el horizonte, el susurro se convierte en una canción gozosa. Que así sea.