
El gran fin de la instrucción religiosa no es estampar nuestras opiniones sobre los jóvenes, sino estimularlos a desarrollar las suyas propias;
No hacerlos ver con nuestros ojos, sino mirar inquisitiva y constantemente con los suyos propios;
No proporcionarles una cantidad definida de conocimientos, sino inspirarles un amor ferviente por la verdad;
No formar una regularidad externa, sino tocar sus manantiales interiores;
No atarlos con prejuicios inextirpables a nuestra secta o nociones particulares,
Sino a prepararlos para juzgar imparcial y concientemente cualquier tema que se ofrezca ante su decisión;
No recargarles la memoria, sino avivar y fortalecer el poder del pensamiento;
No imponerles una religión en la forma de reglas arbitrarias, sino despertar la conciencia, el discernimiento moral.
En una palabra, el gran fin es despertar el alma, así como estimular y mostrar estima por la vida espiritual.
—William Ellery Channing
No hacerlos ver con nuestros ojos, sino mirar inquisitiva y constantemente con los suyos propios;
No proporcionarles una cantidad definida de conocimientos, sino inspirarles un amor ferviente por la verdad;
No formar una regularidad externa, sino tocar sus manantiales interiores;
No atarlos con prejuicios inextirpables a nuestra secta o nociones particulares,
Sino a prepararlos para juzgar imparcial y concientemente cualquier tema que se ofrezca ante su decisión;
No recargarles la memoria, sino avivar y fortalecer el poder del pensamiento;
No imponerles una religión en la forma de reglas arbitrarias, sino despertar la conciencia, el discernimiento moral.
En una palabra, el gran fin es despertar el alma, así como estimular y mostrar estima por la vida espiritual.
—William Ellery Channing