viernes, 16 de enero de 2009

Estamos del lado del amor




Un juez de la Corte de Circuito de Baltimore falló recientemente que la prohibición de que se casen las parejas del mismo sexo es inconstitucional y les niega las garantías de igualdad que les otorgan las constituciones federal y estatal. Las supremas cortes ahora analizan la cuestión y la lucha continúa.

Sí, realmente es una lucha. Escojo mis batallas cuidadosamente debido a que todos contamos sólo con una medida limitada de tiempo y energía. Debemos tener cuidado a propósito de cuánto podemos enfrentar, debido a que una lucha es exigente y engorrosa —además de agobiante.

Recibí hace varias semanas una llamada telefónica de la Reverenda Phyllis Hubbell, una abogada jubilada que es coministra, junto con su esposo, John Manwell, en la Iglesia Unitaria de Baltimore. Me dejó un mensaje. No le respondí. Me envió un correo electrónico. No lo contesté. Volvió a enviarme un mensaje electrónico. Comencé a darme cuenta de que se trataba de algo serio. La llamé, le dejé un mensaje. Me devolvió la llamada, me dejó un mensaje; finalmente la encontré al otro lado de la línea. Me explicó la situación y me di cuenta de que no se trataba de algo trivial: requería de mi atención. Sin que ella dijese en absoluto las palabras, me di cuenta de que quería que participase en la lucha y que para esa lucha se requería de una persona de color, varón, heterosexual y que también fuese ministro religioso, para apoyar la causa del matrimonio del mismo sexo. Como ustedes saben, no hay muchos predicadores negros que apoyen esta causa. Supongo que cumplía los requisitos. Pero con todo y eso, todavía estaba renuente a entregar mi corazón a este aparente nuevo llamado.

Busco alguna orientación para dirigir mi camino. Me es difícil explicarlo estos días, pero es una suerte de instinto intuitivo en el que he confiado por mucho tiempo. Mi suegro, ministro metodista él mismo, siempre ha sido de los que 'esperan el llamado divino'. De hecho, me cuenta que nunca buscó un trabajo en su vida ministerial; los trabajos lo buscaron (ciertamente contribuye haber estado dentro del sistema metodista de nombramientos asegurados). Pero en cualquier caso, dependió de Dios para que lo dirigiese. Él me diría algo como, "Si Dios te llama, lo sabrás y deberás acudir". Bueno, puedo decirles que espero el llamado de la humanidad y cuando recibo un mensaje acudo al llamado, confío en que mi corazón me guiará.

Hace años el llamado provino del Dr. King. Y si conocen la historia, él mismo nunca quiso ser el líder del Movimiento por los Derechos Civiles. El movimiento llegó a él. Como nuevo ministro, recién al llegar a la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter, toda su pretensión se reducía a ser un buen ministro, un buen esposo y un buen padre. Pero por mera casualidad, o algunos dirían que por intervención divina, su iglesia fue escogida para una reunión entre varios pastores locales con el propósito de discutir la segregación racial en los camiones de Montgomery, Alabama. En la reunión, King fue unánimemente designado como el vocero de un eventual boicot a los autobuses. Al principio dijo, "No. Apenas acabo de llegar al pueblo". Pero el grupo de ministros persistió. Él aceptó todavía renuente. El resto es historia.

El ejemplo de mis mentores me enseña que debo ser paciente, esperar y dejar que la lucha llegue a mí. No hay necesidad de forzar ninguna situación. Pero al llegar el llamado, debo aceptarlo humildemente y acudir. Para ser honesto, no esperaba que la pelea por los derechos de las parejas del mismo sexo fuera uno de mis llamados, pero nunca se sabe lo que uno será llamado a hacer al aceptar el desafío del ministerio.

Mi primera experiencia al defender el matrimonio del mismo sexo llegó una semana después en una conferencia de prensa que no sabría que tendría lugar. Y mi segunda experiencia con la cuestión fue en una sesión de cabildeo en Annapolis, que trataba sobre la Enmienda 48 de la legislatura local. Fue ahí, durante mi segunda experiencia con esta causa, que el llamado fue de mi cabeza a mi corazón.

Al sentarme escuché a quienes apoyaban la iniciativa, me sentí atribulado al descubrir de nuevo que hay tanta gente que esconde sus miedos e inseguridades dentro de la religión. Y lo que es más, cuando los del lado opuesto a la iniciativa (mi lado) comenzaron a ofrecer testimonio para responder a las preguntas de los delegados, me horrorizó escuchar las exclamaciones para interrumpir y molestar a los oradores, que provenían de detrás de mí. Nosotros nos habíamos mantenido callados mientras ellos hablaron, pero ellos fueron groseros cuando nosotros hablamos y dijeron cosas desagradables como, "Van a querer casarse con su perro, con tal de no hacerlo entre un hombre y una mujer", o "Querrán casarse con su hermana, su madre o su abuela, si el matrimonio fuera entre dos individuos". Los disparates continuaron y la gente gritaba: "Eso lo prohibe la Biblia". Durante mi turno para hablar mencioné que en mi iglesia unitaria hay teístas, agnósticos y ateos, a lo que dijeron, "¿Qué clase de iglesia es esa? ¡Esa no es una iglesia de verdad!" Ya estaba bastante irritado en ese momento y no podía creer que esto sucediera en un edificio gubernamental; ¡Por un momento me sentí como si estuviera ante la inquisición española rediviva, o algo así!

Así comencé a darme cuenta de que su lucha era mi lucha. Comencé a sentir la misma ira que sentí al experimentar el racismo en carne propia. En ese momento supe que esta lucha sería parte de mi ministerio. Mi amiga Phyllis me llamó por teléfono, pero la llamada real llegó justo ahí, al calor de ese momento.



El llamado, para mí, es un grito desde la cima de la montaña: "la injusticia en cualquier parte es una amenaza para la justicia en todas partes". Eso es lo que el Dr. King creyó y eso es lo que yo creo. Me doy cuenta de que viene con un precio. Hay cosas que han ruborizado a mi madre. Algunos miembros de la iglesia metodista en la que me crié le preguntan, "¿Pero qué hace John?" Dice que una persona le preguntó si era yo gay. Fui a dar una clase al Potomac College luego de que se transmitió una nota de 5 segundos en las noticias locales en la que se decía que yo apoyo el matrimonio del mismo sexo y un estudiante me preguntó, "Profesor, ¿acaso se ha vuelto loco?" Él sabe de mi gran admiración por el Dr. King y dijo, "El Dr. King no habría apoyado el matrimonio del mismo sexo". Debatimos por un rato y respetuosamente acordamos mantener nuestro desacuerdo.

Otro estudiante dijo, "Siempre quieren distraer la atención de los problemas de la gente negra y enfocarse en cualquier otro grupo". Tuve que pensar más al respecto. Creo que sé a lo que se refería. Como afroamericano, habló por los muchos que no creen que la lucha por los derechos civiles de la gente gay, lesbiana, bisexual y transgénera pueda presentarse como paralela, o equivalente, a la lucha por los derechos civiles de la comunidad negra. Permítanme decir esto: La opresión es la opresión —la discriminación es la discriminación—, la injusticia es la injusticia. De acuerdo al folleto de Equality Maryland, al considerar los 'derechos civiles' en los EUA, nos referimos a las "protecciones y privilegios de la libertad personal concedidos a todos los ciudadanos de los EUA por la Constitución y la Declaración de Derechos". Esto es, la garantía de la "vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". El sistema de la esclavitud negó a la gente negra sus derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Debido que el gobierno federal y muchos gobiernos estatales no reconocen el amor entre las parejas del mismo sexo hoy, les niegan alrededor de mil beneficios que se obtienen junto con el matrimonio, a estas parejas, también, se les niegan sus derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

La mayoría de quienes son heterosexuales nunca piensan siquiera en las ventajas que obtienen de estar casados. Van algunos ejemplos: el acceso a las prestaciones de la seguridad social luego de la muerte de un cónyuge, el acceso a las prestaciones del seguro de gastos médicos y planes dentales del trabajo del cónyuge, el derecho a la custodia de los hijos luego del divorcio o la muerte, derechos de visita para los hijos no-biológicos, derecho a presentar una declaración conjunta de impuestos y a los descuentos fiscales para matrimonios, el derecho a residir en un vecindario que se considere "exclusivamente familiar", acceso al cuidado temporal y adopción de hijos, así como en algunos casos, recibir la pensión de viudedad luego de la muerte del cónyuge. Y la lista sigue y sigue...

Como ya lo dije, la injusticia es la injusticia, el sufrimiento es el sufrimiento, la opresión es la opresión y la discriminación es la discriminación. Sobre esta cuestión hay que asumir una posición. Elijo uno de los campos. Elijo el campo que creo que el Dr. King habría escogido. Elijo el campo que escogió su esposa, Coretta King, elijo el campo que escogió el histórico presidente de la Asociación Nacional Para el Avance de la Gente de Color, Julian Bond, elijo el campo que ha escogido Bill Sinkford (el primer presidente afroamericano de la Asociación Unitaria Universalista de Congregaciones, UUA) y elijo el campo que los unitarios universalistas han escogido: ¡Elijo ESTAR DEL LADO DEL AMOR!



Miren, en alguna parte leí que TODA la gente fue creada igual. En alguna parte leí que hay valía y dignidad en TODA la creación. En alguna parte leí que el amor de Dios es incondicional, o, como decimos en mi vecindario, que "Dios nomás no produce chatarra". Por ahí leí que "Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo". Esta es la clase de amor que ama debido a nuestras diferencias, no sólo a pesar de nuestras diferencias. Esta es la clase de amor que une y celebra la vida, NO de la clase que divide, conquista y destruye la vida. Esta es la clase de amor que abarca en lugar de suprimir.

Debemos colocarnos del lado del amor y afirmar que creemos en la valía y la dignidad de toda la gente, sin importar su orientación sexual. Si creemos que todos somos familia en este planeta, entonces cuando sea que la humanidad nos convoque, nos erguiremos y diremos con todo el poder y la convicción de que somos capaces que ¡negarle a alguien sus derechos intrínsecos como ser humano es erróneo!

Si hacemos esto, creo que aceleraremos el advenimiento del día de la paz sobre la tierra. ¡Tenemos el poder!

Enlace al sermón en versión MP3 en inglés











Lengua de Fuego: Solemnización de Santa Unión en la LCUM


Enlace al himno: "Standing on the Side of Love" / "Estar del Lado del Amor" en MP3
en la versión de su autor, el Revdo Jason Shelton



Standing on the Side of Love / Estar del Lado del Amor: Es un himno escrito en 2004 en honor del Reverendo William Sinkford, presidente de la Asociación Unitaria Universalista de Congregaciones (UUA), debido a su testimonio profético como una de las voces más escuchadas de nuestro movimiento sobre la cuestión de la Igualdad Matrimonial. Desde entonces se ha convertido en un himno del movimiento y ha tenido un lugar central en muchas iniciativas congregacionales por todo el país. Está grabado en el CD del Revdo Jason Shelton: The Fire of Commitment, y también ha sido incluido en un nuevo disco del Coro de Hombres Gay de Buffalo.

La canción usa un cadencioso estilo pop por lo que, tanto a los cantores, como a la congregación podría no importarles gran cosa cantarlo fuerte. Un sonido más ligero y relajado aclarará los ritmos y facilitará su canto. Por lo general un solista canta los versos y se invita a la congregación a cantar el coro y a usar un coro para las partes de fondo (disponibles en una publicación aparte como octavo en Yelton Rhodes Music). El uso de una sección completa de ritmos (piano, bajo y batería) es más efectivo y se recomienda. Con información de la UUA.