miércoles, 25 de febrero de 2009

Dios (y variaciones sobre el Tema)

Por Jane Rzepka, ministra principal, Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF)

(Trad. Francisco Javier Lagunes Gaitán)

Jane Rzepka

¿Crees en Dios?


No sé qué tan frecuentemente se los pregunten. Tal vez nunca. Pero cada par de meses alguien me pregunta si creo en Dios. Podrían preguntármelo exactamente de esta manera, '¿Cree usted en Dios?' O podría ser, 'Usted cree en Dios, ¿no es así?' O, como lo preguntan muchas veces los niños, '¿De verdad hay un Dios?'


¿Cómo lo preguntas? Se que a algunos de ustedes podría parecerles que, 'Es una pregunta fácil. La respuesta es «sí»' O 'La respuesta es «no»'. No habría problema con ello. Otro grupo de ustedes sin duda respondería algo como, 'Depende de lo que quieras decir con «Dios»'. Quieren que su interrogador mencione los términos de referencia antes de hacer una declaración. Y luego todavía otros de ustedes actuarían proactivamente y comenzarían por definir sus propios términos —su propia concepción de lo que podría ser sagrado según su perspectiva. Dirían algo así como, 'Bueno, creo que hay alguna clase de espíritu, o algo algo mayor que nosotros mismos, o que hay un propósito mayor para nuestras vidas'. Tal vez llames 'Dios' a eso, tal vez no.


Cada vez que alguien me pregunta, '¿Cree usted en Dios?' de inmediato me siento inquieta. No porque me sienta a la defensiva sobre mi sistema de creencias, ni siquera porque no me pueda imaginar por qué, en todo caso, deban hacerme esa pregunta. Me siento inquieta porque cuando alguien pregunta, '¿Cree usted en Dios?' ¡No sé realmente de qué me hablan!


Ellos saben. Ellos saben lo que para ellos significa la palabra 'Dios', de lo contrario no harían la pregunta de esa manera. Y no sólo saben lo que significa 'Dios' para ellos, además parecen dar por entendida una definición común de la palabra, una definición con la que piensan que yo habría de estar familiarizada. Pero no lo estoy. Y soy ministra. Es raro.


Así que, un día, mientras estaba en la fila de espera en el Departamento de Tránsito, una fila muy larga para realizar un trámite rutinario, pero que no se podía hacer por Internet mientras leía algún libro de un tema relacionado con Dios, el tipo que me antecedía en la fila me preguntó, “¿Cree usted en Dios?” Y como es usual, no tenía idea de a qué se refería.


Al usar la palabra 'Dios' ahí, en el Departamento de Tránsito —o en la iglesia, o en una discusión seria en la sala de tu casa— cuando alguien dice la palabra 'Dios' en mi mente aparece un menú. Y en ese menú hay una lista de dioses. En la escuela dominical me enseñaron y en nuestras congregaciones unitarias universalistas se sigue enseñando que dios tiene muchos rostros.


Así que se me vinieron a mi mente todos esos diferentes rostros en la fila de las licencias del Departamento de Tránsito. '¡Por Dios!', me pregunté, '¿acaso este hombre se refiere a Dios como como amor, o a Dios como castigador, a Dios como naturaleza, o a Dios como benefactor? ¿Es su Dios el de la escuela dominical presbiteriana, o un Dios católico romano, o un Dios cuáquero? ¿Se referirá a la Serpiente Arco Iris, a Alá, a la Diosa, a Yahvé, a Dios Padre, o al Terreno de la Existencia? ¿Será el Dios que bendice a bebés enfermos o el Dios que envía terribles tormentas tropicales?' No lo sé.


Pero estas no son preguntas de las que uno hace en la fila del Departamento de Tránsito (la línea no era tan larga como para ello). La verdad es que hay muchos dioses por ahí en los que no creo.


Y eso fue lo que dije en la fila de espera, “Creo en los grandes misterios. Creo en la profundidad del sentimiento —en sentimientos tan profundos dentro del espíritu que la vinculación, o la dicha, o la paz, permanecen por siempre con nosotros. Y creo en la bondad, en una bondad creada por nuestro amor y nuestro cuidado”.


Él dijo, “Está bien”. Y eso fue todo, así que regresé a mi libro.


No es que esperara que mi compañero en la fila quisiese iniciar una animada discusión sobre los libros de Richard Dawkins, Sam Harris, o Daniel Dennett, que desafían los conceptos convencionales de 'Dios'. Ni que me fuera a recomendar alguna de las muchas antologías disponibles de lecturas espirituales, o los compendios de dioses y diosas de cualquier parte de la tierra. ¡Ni siquiera quiso decirme lo que pensaba y ciertamente no mostró interés en escuchar posteriores comentarios de mi parte!


Pero aún así, preguntarse sobre Dios es un buen ejercicio, incluso en este formato tan corto y escueto idealmente deberíamos ser capaces de soltar una respuesta rápida. Ya que yo, por ejemplo, no tuve una respuesta lista en ese momento —me resulta difícil sintetizar mi propia visión del mundo de una manera convincente y sucinta en la fila del Departamento de Tránsito.


Extrañamente, una vez empezada la labor de articular nuestras visiones sobre los dioses, nos damos cuenta de que no resulta en absoluto un ejercicio fútil. Uno puede pensar en miles de dioses, dioses desarrollados por civilizaciones enteras y que con toda presteza integramos en nuestras listas personales —por mi parte, no voy a relacionarme, por ejemplo, con un dios caribú. Más cerca del hogar, al menos para mí, es igual de fácil que se me tope con un dios vengativo que castigue con terremotos, el sida y con disparos, o con un dios que sólamente ame a los bautistas, o un dios que me escucharía si orara por que haya buen clima para una boda. Una vez que hemos depurado hasta este punto el concepto, estamos dentro del rango de lo que la mayoría de los unitarios podrían creer.


También podemos dividir las visiones comunes entre los unitarios de diversas maneras. En mi opinión, que usemos, o no, la palabra 'Dios' no importa mucho. Es una palabra que prácticamente nunca uso, debido a toda la confusión que solemos encontrar a su alrededor. Lo que diré a continuación se aplica tanto a los ateos [o los noteístas, para el caso], como a los teístas y los agnósticos.


Cada uno de nosotros cree sobre la naturaleza de la vida y del cosmos —algunos llaman 'Dios' a lo que sea que esto sea, algunos lo describen de otras maneras. Eso es más semántica que religión. Pero hay algunas categorías teológicas que podrían sernos de ayuda. Recordaré aquí para ustedes 3 de estas categorías —obviamente podría sugerir aquí cientos, o miles, dado que no suele haber 2 integrantes de nuestro movimiento unitario que compartan exactamente la misma perspectiva.


Pero tomemos la palabra 'teísmo', para empezar. Consideremos esta expresión en su sentido técnico o académico. Algunos de ustedes son teístas, estrictamente hablando si uno es teísta creerá 4 cosas sobre Dios: En primer lugar, tu dios sería personal. Por ejemplo, puedes imaginar a tu dios, puedes comunicarte con tu dios. Segunda: este Dios ameritaría recibir homenaje y adoración, puesto que Dios sería bueno y todopoderoso. Tercera: Dios estaría separado de nuestro mundo —sobre nosotros, o más allá de nosotros de alguna manera. Y cuarta: Dios estaría activo en nuestro mundo, aquí y ahora. Si te llamas a ti mismo 'teísta', esto es lo que los estudiosos de la religión esperarían que creyeras.


Una segunda categoría tradicional en la religión es el 'panteísmo'. Esta etiqueta nunca ha contado con mucho predicamento en nuestra cultura, aunque creo que su espíritu sí ha permeado ampliamente. Si crees que todo lo que existe es una parte del todo, una unidad y si crees que esta unidad lo incluye a todo y es en algún sentido divina, entonces eres panteísta. Por ejemplo, Matthew Fox —el exsacerdote dominico que fundó hace algunos años el movimiento por la '
Espiritualidad de la Creación'— parece sustentar una opinión semejante. Él dice:


“Puedo tomar una brizna de hierba y experimentar sus 20 mil millones de años y su color, textura y forma. Podemos sentir un asombro reverencial al experimentar el planeta, o a un perro, o a un amigo. Cualquier cosa que tenga 'ser' es santa [sagrada, limpia, libre de culpa, dedicada a Dios o consagrada, venerable por motivos religiosos] ... Escuché a Beethoven por primera vez cuando estaba en la secundaria e hizo que mi alma brincara. Y ahí estaba...Shakespeare... Pienso que la experiencia básica de Dios para mucha gente es como la de Einstein —el asombro ante el universo, la experiencia del cosmos como nuestro hogar y que Dios habite allí. ... Debemos aprender a extasiarnos de nuevo ante la presencia de Dios en todas las cosas.”

Si tiendes a pensar de esa manera —sobre la conexión, unidad y asombro que te rodea— podrías ser panteísta.

O podrías encontrar acomodo en una tercera categoría, podrías ser 'deísta'. Los deístas creen que debe haber algo que podríamos llamar 'Dios', que habria dado inicio al universo. Un deísta dirá que el cosmos es demasiado complejo para haber sucedido por mero azar. Pero ese Dios no andaría por acá, ni supervisaría el acontecer diario de nuestras vidas. Los deístas creen en un 'Dios ausente'.

Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, George Washington, y Thomas Paine [los más destacados Padres Fundadores de los EUA] fueron deístas. Tom Paine escribió:

“Creo en un Dios, ... y creo que los deberes religiosos consisten en actuar con justicia, amar la misericordia y esforzarse por la felicidad de todas las criaturas… Pero, para evitar que se suponga que creo muchas otras cosas además de esto, he de ... declarar las cosas en las que no creo:...no creo en el credo profesado [por los judíos], por la Iglesia Católica Romana, por la Iglesia Griega, por la Iglesia Turca, por la Iglesia Protestante, ni por ninguna iglesia que conozca. Mi propia mente es mi propia iglesia.... ¿Queremos contemplar el poder [de Dios]? Debemos verlo en la inmensidad de la creación.”

Man sitting by a river

Dentro del movimiento unitario, puedes ser, desde luego, teísta, panteísta, deísta, o puedes asumir cualquier posición religiosa que complazca a tu corazón y satisfaga a tu mente, lo que incluye al ateísmo. En su libro: Una historia de Dios, 4000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo y el Islam la autora, Karen Armstrong, nos dice que la declaración 'Creo en Dios' carece absolutamente de cualquier sentido objetivo, que cada generación ha de crear la imagen de Dios que funcione para ellos. Algo de lo que nos unifica en nuestro movimiento unitario es que somos nuestros propios teólogos y la elección es nuestra, no de una vez y para siempre, sino a lo largo de nuestras vidas.


Desde luego, podría no gustarte ser analítico respecto a la experiencia de Dios y puede que las categorías no te atraigan. Para ti la simple experiencia podría decirlo todo. Al poner atención te percatas de que tienen lugar momentos milagrosos en la vida de cada uno de nosotros. Algunos de ustedes llamarán a eso 'Dios'.

Tal vez el concepto de Dios no te interese gran cosa, pero sabes lo que crees y lo que no crees. O tal vez tus creencias maduran y cambian a lo largo del tiempo y esto ayude a asignarles etiquetas ideológicas a lo largo del recorrido. Tal vez simplemente tienes un sentimiento de Dios y no tienes la necesidad de ir por ahí discutiéndolo. Pero quienquiera que seas, sea lo que sea que creas, sábete que cada uno de nosotros comparte la misma tarea: nombrar la fuente de nuestras bendiciones, el fundamento de todo lo que es bueno, el terreno de nuestro ser. Así que cuando los milagros estén al alcance de la mano —y puedes experimentar los milagros, creas en Dios, o no— sabrás que tienes un fundamento religioso listo para ser relatado.







Jane Rzepka: Dios (y variaciones sobre el tema)