Trad (Fco. J. Lagunes Gaitán)
Homilía dada en el servicio de adoración anual de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF), en la Asamblea General (GA) de la Asociación Unitaria Universalista (UUA), en Portland, Oregon, en 2007, por la Revda. Jane Rzepka, Ministra Principal de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF).
"I'll shake these bones and shout and sing my life away" (versión en MP3 de la canción en inglés)* ("Sacudiré estos huesos y expresaré mi vida a gritos y cantos"). Suena mucho mejor cantada a la manera en que la escuchamos recién. Y bien, supongo que habría una forma de tocarla —sacudir estos huesos y expresar la vida a gritos y a canto vivo todo el día. Pese a esta clase de sonidos tan libres felices y atractivos, y aunque en general me gustaría mover más mis huesos-sacudirlos-gritar-en dirección libre, he de decirles la verdad. Me atraen más un par de diferentes líneas de la canción. Estas son las líneas: "Escucho canciones y melodías pero cuando están fuera de quicio/ Escucharé la paz más dulce de cuantas quedan".
La paz más dulce. Cuando encontramos una tregua en la acción, cuando las canciones y melodías de la vida se atenúan hasta silenciarse finalmente, cuán satisfactorio es conocer la paz más dulce. Eso es en gran parte lo que supone que la religión ha de hacer por nosotros, para lo que es la espiritualidad. Eso es lo que permanece con nosotros dondequiera que estemos, a dondequiera que vayamos, en el templo del corazón del que nos acaba de hablar Patrick. La paz más dulce.
¿La paz más dulce? ¡Estamos en un centro de convenciones! ¡Estamos en una Asamblea General (GA)! Nos la hemos pasado sacudiendo nuestros huesos, de una u otra forma, durante todo el dichoso día durante varios días. No tan pacíficamente. ¡Apurados! Llegar desde el salón de baile de Portland hacia la Sala C123-124 del Centro de Convenciones de Oregon —lo bueno es que ya están aquí y seguro podrán engullir apresuradamente algún alimento y llegar a la plenaria (todavía queda una) a la 1:30 y, si esta cosa no se prolonga demasiado, ¡¿Podrías llegar a lo de Powell, recoger un estandarte y llegar al puesto de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF) para ver si ya están etiquetados los souvenires?! No es realmente tan pacífico. Ni tan espiritual. La GA no es siempre el medio más propicio para lograr ponerse en contacto con ese lugar tranquilo y amoroso llamado el templo del corazón. Y aun así, aun así, ¿que decimos de la CLF? Decimos "La Iglesia de la Fraternidad Mayor —tu iglesia en casa, dondequiera que estés".
Como probablemente hayan notado ya, hay un viejo abeto Douglas que yace de manera extraña frente al centro de convenciones —en una longitud de unos 25 metros, con un abeto Douglas de US$65,000 dólares, con cedro occidental, abeto oriental, y pequeños abetos Douglas que crecen sobre él. Una ocasión para una pausa. Un árbol desplomado en medio del concreto y el acero de un centro de convenciones, no es cualquier cosa en donde yo vivo, y probablemente tampoco donde tú vives.
Desde luego, el sentido de una instalación artística reside en el ojo de quien la contempla, y el abeto Douglas de Buster Simpson no es la excepción. Pero sabemos que de lo que trata no es de conducirnos hacia la valla luminosa, ni hacia la zona de alimentos, ni al salón de plenarias, sino hacia un lugar del espíritu. Durante la lectura antífona de hoy, al citar unas palabras del poeta, pensador, conservacionista y granjero Wendell Berry, de su libro A Timbered Choir: The Sabbath Poems (Un coro de maderas: Los poemas del sabbat), dijimos, "Voy entre los árboles y me siento tranquilo"..."Mis tareas yacen en sus lugares/ donde las dejé, dormidas como ganado". "Todos mis principios se silencian/ alrededor mío cómo círculos en el agua". Al pararse frente a este monumento público en una ciudad grande, no estamos entre árboles para nada, pero se nos ha ofrecido una invitación a estar entre ellos en cualquier caso, que nos recuerda que donde sea que estemos, podemos acceder a la religión, a la paz, al templo del corazón que hemos traído con nosotros mismos. Podemos regresar hasta el hogar de nuestra alma, sin importar ni el concreto, ni las luces del tráfico.
Desde luego, aquí en Portland vincularse con los árboles resulta más fácil. Los responsables de turismo local están prontos a destacar el Parque Forest, "un terreno boscoso denso e intacto, el mayor parque boscoso urbano en los Estados Unidos de América". Desde luego, ha sido tocado —durante miles de años por los pueblos nativos aquí en el Valle Willamette quemaban el suelo del valle al final de cada verano, para eliminar lo que les parecía la amenaza del bosque y así poder sembrar sus alimentos.
Pero para la época en que el ministro unitario Thomas Lamb Eliot llegó, en 1867, el terreno era boscoso y la Ciudad de Portland vivía un crecimiento explosivo. A Eliot no le satisfacía el paisaje urbano de Portland —era insensible, pensaba, comercial, no era un centro moral. La respuesta, según creía, era incorporar la belleza agreste y la grandeza del bosque cercano en la ciudad misma. Pensó que la salud, la moralidad, y la inteligencia de la gente de Portland dependían de la existencia del bosque. Su propuesta no parecía sustentar un caso persuasivo, pero al final, la obstinación de nuestro Revdo. Eliot se tradujo en lo que ahora es el Forest Park. Es como lo que escuhcamos en el himno que cantamos hoy: "Lentamente, despacio regresan/ Al pequeño bosque residual:/ Árboles grandiosos, extendidos y brillantes,/ Apóstoles de la luz viviente". [Wendell Berry, Arboles Grandiosos]
La naturaleza no es una piedra de toque espiritual importante en todas las prácticas religiosas, Pero lo fue para el Revdo. Thomas Lamb Eliot aquí en Portland, y lo es para la mayoría de los unitarios universalistas, dondequiera que nos encontremos. Lo que nos trae de vuelta a la cuestión de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF) en cuanto a cómo llevar nuestra religión con nosotros cuando el templo es un recuerdo lejano y el abeto Douglas resulta demasiado grande como para llevarlo con nosotros, ni siquiera en una caja a la medida. Una vez que desembarcamos aquí, en Portland, o que aterrizamos, o que entumecidos nos bajamos del asiento del conductor de un automóvil, ¿de qué manera regresamos a nuestros mejores y más sustentados YO? Podemos tener un hogar espiritual geográfico, pero por el momento, no estamos allí. Estamos en Portland.
Recordé que el Revdo. Patrick O’Neill nos contó aquí una vez una historia del libro del antropólogo Loren Eiseley, The Night Country (El país de la noche), así que lo busqué. Al parecer érase que se era un niñito —Loren Eiseley mismo— con una palita y una cubeta de juguete en la mano, amorosamente plantó un chopo de Virginia sembrándolo con su papá. Era una escena clásica: un pueblito en Nebraska, una casa con valla blanca, y ahí en el patio, un padre y un hijo, que excavaban un hoyo juntos, un hoyo pera un árbol que les ofreciera resguardo en un futuro lejano. Lo que sucedió fue que su permanencia en esa casa fue breve, pero el recuerdo de este árbol no abandonó a Eiseley, sino que volvió a él una y otra vez, se convirtió en uno de esos recuerdos profundos y vivificantes que, en el transcurso de su vida, le proporcionaron una reserva de fortaleza espiritual y paz cuantas veces la necesitó.
Cuando Eiseley se aproximaba al final de su vida, sintió la necesidad de visitar de nuevo el árbol. Así que viajó más de 3 mil 200 kilómetros hasta el lugar en el que todavía estaba su antigua casa familiar con la valla blanca. Y ahí, ahí, en el punto exacto en el que habían plantado el chopo de Virginia hacía tantos años, estaba…nada en absoluto. Nada. Resultó finalmente que el árbol nunca echó raíces. Durante 60 años, Eiseley resguardó la ubicación de un árbol inexistente. Por 60 años, Eiseley supo cómo regresar al hogar de su alma solamente a través de la espiritualidad que llevaba consigo mismo.
Esa es también nuestra tarea. Llamémosla un templo del corazón. Llamémosla el resguardo de un árbol imaginario. Pero sepamos esto: cuando el templo sea destruido y nos encontremos errabundos, cuando el árbol del que habría de depender tu vida nunca echó raíces, cuando has estado viviendo prendido a una maleta por varios días seguidos, la abundancia de nuestra religión siempre está a la mano. ¡La abundancia de nuestra religión! La paz más dulce. Siempre con nosotros. Tu iglesia en casa, dondequiera que estés.
* SHAKE THESE BONES
Sacude estos huesos
Por Malcolm Dalglish
I’ll show you how I’m feeling, Lord, any day
I’ll shake these bones and shout and sing my life away,
I’ll shake these bones and shout and sing my life away,
It won’t be long before these bones turn to clay.
Te mostraré cómo me siento, Señor, cualquier día
Sacudiré estos huesos y expresaré mi vida a gritos y cantos,
Sacudiré estos huesos y expresaré mi vida a gritos y cantos,
No tardará mucho antes que estos huesos se conviertan en barro.
I’ll tell you what I’m thinking, Lord, anytime,
I’ll tell you lies, I’ll tell you dreams, you won’t mind,
I’ll tell you lies, I’ll tell you dreams,
I know that you won’t mind,
There’s something there that’s out of reach, I will find.
Te diré lo que pienso, Señor, en cualquier momento,
Te diré mentiras, te contaré sueños, no te importará,
Te diré mentiras, te contaré sueños,
Sé que no te importará
Hay algo allá fuera de alcance, lo encontraré
I’ll tell you what I’m seeing, Lord, everywhere,
It may be only a small part of what is there,
It may be only a small part of what is really there,
But I’ll stumble like the blind man, Lord, without fear.
Te diré lo que veo, Señor, en todas partes,
Quizá sea sólo una pequeña parte de lo que hay allá,
Quizá sea sólo una pequeña parte de lo que realmente hay allá,
Pero tropezaré como un ciego, Señor, sin temor.
I’ll tell you what I’m hearing, Lord, all the time,
I’m hearing songs and melodies in my mind,
I’m hearing songs and melodies but when they’re out of mind,
I’ll hear the sweetest peace of all left behind.
Te diré lo que escucho, Señor, todo el tiempo,
Escucho canciones y melodías en mi mente,
Escucho canciones y melodías pero cuando están fuera de quicio,
Escucharé la paz más dulce de cuantas quedan
I’ll show you how I’m living, Lord, every day,
I may not fall down on my knees and start to pray,
I may not fall down on my knees and worship you or pray,
But there’s the reverence in my laughter, Lord, anyway.
Te mostraré cómo vivo, Señor, cada día,
Puede que no caiga de rodillas y empiece a orar,
Puede que no caiga de rodillas para adorarte u orar,
Pero hay reverencia en mi risa, Señor, de todas formas.
Versión MP3 en inglés del sermón
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