Quest/CLF, julio/agosto de 2008
Por Marjorie (Midge) Skwire, Ministra Emérita, Iglesia Unitaria Universalista de la Orilla Oeste, Cleveland, Ohio (Trad. Fco. J. Lagunes G.)
Conozco a un granjero que dice que ha tenido la misma hacha toda su vida —sólo le cambió el mango tres veces y la cabeza otras dos. ¿Posee todavía la misma hacha?
Cuando leí por primera vez estas palabras en el libro de Howard Mansfield, La misma hacha, dos veces me fascinó el problema filosófico que se proponía. Pero mis cavilaciones filosóficas cedieron su lugar a la realidad cuando me encontré en el hospital, tan sólo unas pocas semanas después. Pese a que logré evitar que me reemplazaran la 'cabeza' y el 'mango', me encontré con que ahora tengo un implante electrónico para regular el latido de mi alocado corazón.
Me preguntaba de qué manera me afectaría. ¿Sería aún la misma persona? Me hice esa pregunta por varias semanas. Pero llegó un momento en el que pude decir, "Hoy me siento como yo misma". Fue entonces que supe lo que significa la restauración, al menos en el ámbito de mi vida. No tenía que ser la misma que antes fui, sino que tenía que ser yo misma —sentir aquellos aspectos de mi propio YO que considero que considero que me hacen una persona única. Cositas como disfrutar un relato de misterio, o terminar un crucigrama, y cosas mayores como comenzar a pensar en los demás, en vez de sentirme increíblemente absorta en mí misma.
La restauración significa regresar hacia el lugar en el que antes estuve, pero con nuevas experiencias, nuevo equipamiento y un nuevo entendimiento de lo que me hace ser quien soy. No sé si soy la misma, pero me siento como yo misma, y justo ahora eso es suficientemente bueno para mí.
Como unitarios universalistas, obtenemos una restauración genealógica de nuestros antecesores universalistas. La obra de Elhanan Winchester, Dialogues on the Universal Restoration (Diálogos sobre la restauración universal), que data de 1788, se basa en pasajes del Libro de los Hechos, que promete un momento de "restitución de todas las cosas". Para los primeros universalistas esta creencia en la salvación universal fue la piedra angular de su fe y los convenció de que, toda la gente sería eventualmente restaurada por Dios. Vivían a la sombra del calvinismo, con su insistencia en la depravación de los seres humanos y la tranquilidad de la salvación reservada sólo para unos pocos.
La restauración sería el plan de Dios para regresar al mundo a su verdadera creación, para servir a la promesa de que sin importar cuán pecaminosas, difíciles o quebrantadas hubiesen sido sus propias vidas, participarían en "la bienaventuranza y felicidad finales de toda la raza humana".
La restauración es retorno. Es promesa y esperanza. Pero también es pérdida y cambio. Es algo nuevo, elaborado de lo viejo, que se le asemeja, pero que cuenta con una historia propia. Puede ser un hacha con mango y cabeza nuevos.
¿Cuándo es que algo restaurado deja de ser el mismo objeto? Si el granjero sólo reemplaza el mango, ¿sigue siendo la misma hacha? ¿Y si sólo reemplaza la cabeza? Si el hacha fuera una herencia ancestral que se remontara a George Washington —el instrumento mismo utilizado para cortar aquel-tan-famoso cerezo—, y hubiese tenido un buen uso por parte de cada generación sucesiva, y se hubieran reemplazado periódicamente el mango y la cabeza, ¿haría esto alguna diferencia? Pensemos en el más antiguo navío de la armada de los EUA, el USS Constitution. Aunque se piensa que peleó su última batalla en 1815, la nave reside en el Puerto de Boston y es mantenida en su forma original. Ha sido reconstruida y reparada 9 veces en su historia, y se ha reemplazado entre un 80 o 90% de su estructura. ¿Acaso no es la misma nave? O pensemos en el santuario de Ise, en Japón. Reconstruido 61 veces en más de 1300 años, no tiene ni una fibra de la madera y la paja originales, aunque habita en los corazones de la gente como un viejo monumento de1300 años. No es una réplica; es la cosa real.
Howard Mansfield responde a la pregunta sobre el hacha de la siguiente manera:
¿Posee todavía la misma hacha? Sí... Posee la misma hacha, incluso más que algún granjero vecino que nunca hubiese reparado la suya. Rehacer una cosa correctamente es descubrir su esencia.
Una herramienta tiene una doble vida. Existe en el sentido físico, toda metal y madera, y habita en el corazón y en la mente. Sin estas dos vidas, la herramienta muere. El granjero que restauró su hacha tiene un sentido más verdadero de ella. Tiene en sus manos la historia de construir un hacha. Los museos están llenos de casos de herramientas que ya nadie sabe usar. Un hacha reparada es una tradición viviente.
Nada me entristece más que mirar las exposiciones itinerantes de antigüedades y ver que a los juguetes en perfectas condiciones, con los que nunca jugaron e incluso están en sus cajas originales, se les asigne un valor mucho más alto que a los bienamados osos Teddy que muestran la evidencia del uso y del afecto. Esas antigüedades perfectas de alto precio, en mi opinión, no son realmente juguetes para nada, pues nadie ha descubierto nunca su esencia. Ni siquiera puedo recordar el número de veces que cosí de nuevo los brazos y piernas de mis juguetes favoritos cuando era niña, o que los volví a rellenar. En algún momento de los pasados 30 años las Baby Beans (llamadas así porque estaban rellenas de cuentas de poliestireno) se convirtieron en las Baby Polyfil (rellenas de polietileno), pero puedo asegurarles que esa era (y es todavía) mi misma muñeca bienamada. La restauración es preservar la esencia de una cosa —su carácter único y su sentido especial.
Cuando comencé a pensar en la restauración consulte a un experto, Bruce Christman, jefe del Departamento de Conservación del Museo de Arte de Cleveland. Cuando caminamos por los talleres, la primera cosa que vimos fue un retrato recientemente adquirido realizado por Franz Hals. Mientras Bruce me explicaba lo que se hacía a la pintura, me alarmé. En algún momento en la historia del relato se le pintó un escudo de armas en la esquina superior derecha. No había sido parte del trabajo original de Hals, pero sí había sido parte de la pintura por mucho tiempo. Lo que me alarmó es que estaban en el proceso de pintar encima del escudo de armas. Bruce explicó que querían restaurar la obra para que apareciera ante los ojos de quienes la vean tal como había sido concebida originalmente, pero que no deseaban perder del todo la historia del retrato. Se tomó la decisión de pintar encima del escudo de armas con materiales que pudieran removerse fácilmente en el futuro. Porque si en algún momento futuro el retrato quedara en posesión de algún museo en el que la historia fuese más valorada que la estética, se podría remover la pintura superficial y así dejar expuesta su historia. La conservación busca preservar y estabilizar una obra de arte. No siempre es posible regresar hasta la manera en que el artista la creó. Lo importante es preservar y respetar la esencia de la obra.
No sólo los granjeros y los conservadores se dedican a la restauración. Todos lo hacemos. Cuando nuestras vidas parecen caerse a pedazos necesitamos encontrar los recursos apropiados, las herramientas y los materiales para comenzar la restauración. Durante un programa vacacional escolar, hace algunos años, preparamos una excavación arqueológica detrás de la iglesia. Uno de los retos para los niños era tratar de armar de nuevo un jarro a partir de los pedazos que encontraran. Es un maravilloso símbolo de la restauración de los quebrantos en nuestras vidas. Algunas piezas se perderán para siempre; será difícil determinar dónde colocar otras piezas; algunas pueden resistirse persistentemente a quedarse pegadas en el lugar que les asignamos; el producto final se asemejará al original, pero no será el original. La nueva creación tendrá una historia adicional y su propio significado, pero retendrá la esencia del jarro original y, esperemos, podrá funcionar de maneras similares. Un jarro restaurado puede no ser capaz de contener agua, pero podría contener un arreglo de flores secas. Es identificable como un jarro y tiene roles, históricos y funcionales que desempeñar.
Cuando las cosas van mal en nuestras vidas —la desgracia, una crisis de salud, una relación difícil o un revés financiero— a veces nos sentimos dispersos, como fragmentos de cerámica en un sitio arqueológico, un poco por aquí y un poco por allá. En nuestro estado ansioso, y en esta época de reparaciones rápidas, buscamos a nuestro alrededor a alguien capaz de armar las piezas por nosotros. Pero, como lo aprendió Humpty Dumpty, no es tan fácil. La misma esencia de la cáscara de huevo es su fragilidad.
Es importante para nosotros recordar nuestra esencia. Puede que hayan ocurrido cambios en nuestras vidas —cambios de los que no hay regreso. El mango y la cabeza del hacha han sido reemplazados, pero detrás de esos cambios hay una persona esencial que ha existido continuamente desde su nacimiento y que permanecerá en el futuro. Necesitamos redescubrir a esa persona esencial.
Cada suceso en nuestras vidas tiene sus orígenes en el pasado y nos conducirá hacia el futuro. La vida sigue su curso, y cada nuevo mañana abarca en su abrazo su hoy y su ayer. No estamos atrapados en el hoy, sino que somos parte de una continuidad de vida que nos da la oportunidad de renovarnos continuamente a nosotros mismos.
Alabamos la promesa de restauración.
Howard Mansfield concluye su libro con estas palabras:
La nuestra es una época de enlaces rotos, de vínculos perdidos entre el corazón y el trabajo, el alma y la política, la comunidad y el YO. La restauración es renovación —un esfuerzo por reparar el mundo— o de otra forma no vale la pena. La buena restauración es una oración, una ofrenda. Una alabanza, atención prestada; se revela en la gloria y en el espíritu de esta vida.
Pon atención a lo que sucede centro y alrededor de ti. Redescubre tu esencia. Construye vínculos con otros. Encuentra una cosa pequeñita que puedas hacer para arreglar el mundo, y entonces hazla. Ofrece una oración de agradecimiento por lo que ha sido, lo que es y lo que será. Estas son herramientas de restauración que todos tenemos a la mano. Con ellas podemos renovarnos y a nuestro mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario