Trad (Fco. J. Lagunes Gaitán)
[Homilía dada en el Servicio de Adoración de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF), en la Asamblea General de 2005, por Laurel Hallman, ministra principal de la Primera Iglesia Unitaria de Dallas, Texas]
En una ocasión un miembro de mi congregación dijo que para él resultaba más fácil darse a conocer como gay [salir del clóset], de lo que le era darse a conocer como unitario universalista (UU) en Texas. Entiendo que es díficil hacer cualquiera de las dos cosas —ya sea darse a conocer como gay, o darse a conocer como UU— pero el día de hoy quiero hablar sobre lo que significa darse a conocer como unitario universalista aquí en Texas, y tal vez hablar un poco sobre lo que podría significar en donde vives.
La gente de mi congregación teme hablar en su trabajo sobre a qué iglesia concurren. Temen ser etiquetados como marginales. Como no-salvos. Como simpatizantes demócratas.
Nuestra iglesia es un refugio para quienes sienten que no hay nadie más como ellos en ninguna parte. Están solos sin la iglesia.
Frecuentemente la gente viene (y quiero decir que con gran frecuencia), llega a nuestra iglesia y llora. Lloran de alivio al constatar que hay más gente como ellos. Que se aproximan a la religión de las maneras en que habían soñado, pero que no sabían que sí existían. Lloran. Pues es difícil estar allá afuera.
Así que, podrías decir, "Pertenezco a la Iglesia de la Mayor Fraternidad (CLF). No pertenezco a tu gran iglesia en medio de la ciudad. No cuento con una red organizada de gente que sea implacable en su seguimiento de los asuntos políticos de actualidad. Cuento sólo con mis propios medios. Por eso estoy aquí."
Lo sé. Pero quería decir todo eso porque pienso que hemos entrado a una época diferente. Ya no tienen que estar solos. Todo es diferente ahora. Debido a un factor. La Internet.
Permítanme tomarme un momento para contarles algo que acabamos de hacer en la campaña Dallas/Fort Worth Metroplex People Campaign, en la que llegamos a 60 mil hogares con una llamada telefónica sobre nuestra fe, en el que les platicábamos sobre el servicio dominical en la congregación. Se les invitaba a oprimir #1 si querían hablar con un voluntario. Logramos conectar a la gente en sus casas con un maravilloso y admirable sistema que los comunicaba con uno de nuestros miembros.
Y esto es lo que sucedió. La gente que oprimió #1, habló con uno de nuestros voluntarios —tal vez contigo o conmigo. Y la gente les reclamó airadamente. No hacían preguntas sobre nuestra fe. Les decían a los voluntarios que se iban a ir al infierno. O simplemente manifestaban su ira por que haber recibido la llamada.
Nos lastimó profundamente. Nos dolió. Fue una decepción. Obtuvimos algunas respuestas positivas. Pero nada cercano a lo que esperábamos. Quedamos desanimados.
Tal vez alguno de ustedes podía haberlo previsto. Pero a nosotros nos sorprendió. Y entonces tuve una idea. OK. Alguna gente colgó. Algunos oprimieron #1 para quejarse. Algunos trataron de salvar nuestras almas. Otra persona dijo, "No gracias. No soy cristiano", y colgó antes de que nuestro voluntario pudiese decir "Pero..."
Tuve una devolución más sobre esto cuando recibí un correo electrónico de una mujer de mi congregación. Parece que su jefe y algunos otros empleados platicaban informalmente, y el jefe dijo, "Recibí una llamada de una ministra unitaria que me invitaba a su servicio. Pero claro que no iré, puesto que no es más que una una fachada del Partido Demócrata". Mi amiga le dijo que yo era su ministra. Aunque, en sus palabras, "ya no dije mucho más".
¡Ajá! Pensé. Ella se dio a conocer. No mucho. Pero lo suficiente. Se dio a conocer como unitaria universalista
Fue en ese momento en el que me di cuenta de que nos habíamos enfocado en el realmente pequeño número de contactos fallidos. ¿Y qué hay de las otras 50,400 llamadas? ¿Qué hay de la gente que escuchó nuestro mensaje y no oprimió el #1? ¿Qué hay de quienes tal vez no lo pensaron mucho, pero escucharon nuestro nombre? ¿Y qué hay de quienes —digamos hipotéticamente— unos 25 mil que se habrán quedado pensando "Hmmm"?
Y luego tal vez escuchen nuestro anuncio de servicio público en la emisora cultural pública local, Public Broadcasting Station. O que lean un artículo positivo en el diario Star-Telegram aquí en Ft. Worth .
Y no sólo eso. ¿Y qué hay de aquellos unitarios universalistas que se han dado a conocer como tales debido a las llamadas de la campaña?
Para el fin de la semana estaba emocionada de lo que habíamos hecho. Por lo menos, algunos de nosotros nos dimos a conocer como UU. Y esto puede ser difícil. Podría producir reacciones. Podría sorprender a algunos —pero, ¿saben qué?, ya es hora.
Es hora de que nos volvamos emprendedores. Es hora de que nos volvamos evangelistas [es decir, que 'llevemos la buena nueva'. N del T]. De que consideremos otra palabra para 'darnos a conocer'. Es hora de que dejemos de ocultarnos —incluso aunque sepamos que en los pueblos pequeños de todo el mundo seamos los únicos, o los únicos dos o tres UU ahí.
Y quién sabe. Desde Boston surgió esta idea de tener una iglesia para gente que no cuenta con una —una forma de alcanzar a la gente a través del teléfono y del correo, a quienes no contaban con sermones, con comunidades de apoyo, con ministros a quienes acudir— desde Boston, alguien tuvo la idea de que la CLF podría ser una iglesia en línea. Y así nuestros miembros que estaban aislados por el mundo ya no tendrían que seguir aislados. Ellos podrían colaborar en proyectos; podrían apoyarse mutuamente, uno a uno, podrían comenzar a darse a conocer en sus pueblos y ciudades. Podrían compartir sus experiencias, y ofrecerse mutuo consuelo cuando no les fuera bien. Nuestros voluntarios en Texas necesitaron mucho apoyo. Algunos intentaron el evangelismo y salieron lastimados —es duro hacer solos esta labor. Pero ahora no tenemos que seguir así. Es divertido reunirse en la Asamblea General y en las otras actividades regionales. Es importante vernos los unos a los otros, al menos en esta reunión anual.
Pero la Iglesia de la Mayor Fraternidad (CLF) —en su servicio virtual— ahora hace lo que muchos de nosotros sobre el terreno y desde nuestros edificios no habíamos logrado: alcanzar a gente que no imaginaba una fe como la nuestra, o que nunca había visto cómo funciona una fe como la nuestra —gente de todo el mundo que no teme darse a conocer como UU pues se siente apoyada, vinculada y animada a hacerlo por su comunidad virtual. Y cuando alguien "oprime #1" e intenta salvarlos, contarán con su propia comunidad de apoyo para reconfortarlos y ayudarlos a volver a obtener su equilibrio y reafirmar su identidad.
Es duro el mundo de afuera. De muchas maneras es hostil. Lo sé. No lo subestimo. Pero si suficientes de nosotros pueden revelerse como UU, pienso que la gente —incluso la más aislada— podría tener la oportunidad de encontrarnos. Y de transformar sus vidas debido a ello.
Si no se han dado a conocer en su localidad, este es el momento. No les prometo un lecho de rosas. Asegúrense de contar con el apoyo de sus amigos de la Iglesia de la Mayor Fraternidad (CLF). Pues lo necesitarán. Pero no están solos. Y juntos con la CLF, podrán organizar una congregación tan sobresaliente y espabilada como cualquiera que haya yo conocido. Pueden servir de guías los unos a los otros. Pueden ser tan emprendedores y poderosos como quieran serlo. Pueden crear el mundo con el que sueñan justo aquí y ahora. http://clf.uua.org suena como a eso. Es el sonido de la esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario